«La tumba de mi hija está vacía y no dejaremos hasta dar con Rebeca»
«La tumba de mi hija está vacía y no cejaremos hasta dar con Rebeca»
La donostiarra Mercedes Ocáriz supo ayer el resultado de la exhumación del panteón donde creía que estaba su bebé, supuestamente fallecido en 1977

«Ha sido un varapalo para todos. Estamos abatidos porque nos sentimos engañados. Nos han robado una hija y una hermana». La donostiarra Mercedes Ocáriz confirmó ayer una de sus peores pesadillas: la niña que dio a luz en 1977 y que supuestamente falleció a los siete días de nacer no está enterrada en el cementerio de Polloe como hasta ahora le habían hecho creer. El juzgado que lleva su denuncia por un presunto robo de bebé confirmó oficialmente lo que el miércoles adelantó este periódico tras la exhumación. Los forenses no hallaron ningún cadáver de un recién nacido en el panteón donde debía estar. «Que la tumba esté vacía supone que Rebeca -así se llamó a la pequeña- está viva y que la vamos a buscar por todos los sitios. Ahora tendrá 34 años», cuenta la familia, muy afectada por todas «las emociones» que han vivido en estos días.
No en vano, desde que el martes tuviera lugar la exhumación en Polloe todo han sido nervios en casa de los Losa-Ocáriz. La familia al completo, los padres y sus nueve hijos, acudieron al camposanto con la esperanza de que el exhumación ordenada por el juez permitiera cotejar el ADN del bebé con el de la madre. Pero no han hecho falta las pruebas genéticas.
La confirmación oficial de que la tumba estaba vacía la recibieron ayer por la mañana. «Tres hermanas nos hemos acercado al instituto anatómico forense para informarnos. En temas importantes siempre es bueno ir arropado... Cuando nos lo han comunicado nos hemos derrumbado», asegura Cecilia Ocáriz, una de las hijas de Mercedes. «Cada uno tenía un presentimiento, pero cuando te lo confirman es muy duro», añade.
Tras anunciarlo al resto de hermanos, tocaba contar a los padres que aquel bebé que creyeron enterrar en 1977 no estaba en su sitio y podría estar vivo en cualquier parte. «Mi madre nos ha dicho que ya se lo esperaba. Cuando se lleva mucho tiempo barruntando una cosa, el golpe no es tan fuerte». Pero no se resigna. «Me hubiera gustado haber podido educar a mi hija como he hecho con el resto», señaló la madre. El padre, en cambio, encajó peor la noticia porque «él nunca ha pensado que podía pasar algo así». Minutos después, desde el juzgado recibieron la confirmación oficial.
La familia Losa-Ocáriz se siente «engañada» porque lo que ha ocurrido «es un crimen y una maldad tan elevada que encima enterraron una caja vacía». Mercedes y su marido presenciaron el entierro de su pequeña, con una ceremonia religiosa.
A partir de ahora, la familia quiere agotar las vías judiciales y llevar a cabo una búsqueda incesante de Rebeca. «No vamos a cejar en nuestro empeño hasta lograr que la justicia reclame a esas personas que han cometido este delito que paguen por ello. Los que aparecen en muchos documentos siguen vivos», dicen en la familia.
Respecto a lo que pasó con Rebeca, todo son conjeturas. Eso sí, sospechan que fue robada para ser vendida en adopción. «Vamos a ir adelante, a por todas. Tanto mis padres como los hermanos lo tenemos muy claro. Vamos a buscar por todos los sitios posibles a Rebeca. Ahora pensamos que nuestra hermana está viva», explica Cecilia. «Por lo menos, queremos saber que está bien y que sepan quienes fueron sus verdaderos padres y hermanos».
La historia
Los hechos que denuncia Mercedes se remontan a 1977. A sus 37 años acudió a la clínica Martín Santos de San Sebastián para dar a luz al que iba a ser su octavo hijo. La niña nació el 3 de julio, se llamó Rebeca, pesó 2,3 kilos «y tenía unos buenos pulmones». Lo que parecía un parto feliz se tornó en una historia llena de nubarrones. «No vi a mi hija en ningún momento. Lloraba pero nadie le atendía», recuerda la madre.
La pequeña no estuvo mucho tiempo en la clínica. «Dijeron que se había puesto mala y que la tenían que llevar a la residencia, a la incubadora». Fue la cuñada de Mercedes quien, acompañada de una enfermera, llevó a la pequeña a la Residencia Arantzazu, donde ingresó.
Allí el bebé supuestamente falleció a los siete días. «El informe médico, en cambio, dice que murió a los cuatro días de nacer. Nos dijeron que era mejor que no la viéramos, que ellos se ocupaban de todos los trámites para enterrarlo». El cadáver nunca llegó a Polloe. Su denuncia es una de las 121 que se investigan actualmente en Gipuzkoa, 200 en todo Euskadi.
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