comienzo del robo de niños en España
saparecido:
Ya no existían y ni COMIENZOS DEL ROBO DE
BEBES EN ESPAÑA
Madrid a 7 de Noviembre
de 2012
FERNANDO
MAGÁN*
VIERNES 25 DE FEBRERO DE
2011.
DIAGONAL WEB
En el auto del Juez
Baltasar Garzón 18 de Noviembre de 2008 establecida los hechos que cerca de 30.000
niños desaparecieron en las cárceles Franquistas, a presas republicanas, hoy
entonces está desaparecidos y su paradero legal desconocido por lo que se
interpreta como desaparición forzada.
El Fiscal General del
Estado Cándido
Conde-Pumpido Tourón admitía que existen niños robados y deriva las denuncias a
los fiscales territoriales por que piensa que no se trata de un red de trata
humana a nivel nacional. Sin embargo el auto del juez dice que debe
centralizarse la investigación. En diciembre entró en vigor la Convención Internacional
de Protección de personas desaparecidas, hecho que abre una nueva esperanza.
Testimonio
Victoria

soy y si Illan
Fresno son mis padres.
Maria Victoria de
pequeña en las fotos

LOS HIJOS DE LAS REPUBLICANAS
Los niños de las madres republicanas que estaban en
las cárceles y los que fueron llevados al extranjero, el único
partido político llamado la FALANGE ESPAÑOLA promulgó una iniciativa de
protección y repatriación, con la única intención de secuestrar a los niños, en
aquel entonces era inaceptable internacionalmente.
Según el médico Antonio Vallejo Nájera, copiando del
más puro y duro del racismo nazi, que los padres “marxistas”, padecían una
enfermedad congénita a erradicar, pero los hijos si son recuperables para la nueva sociedad. Esto sucedió en
España y bien entrado en 1948.
Esta estructura quedará configurada primero por la
creación de Protección de Menores, donde coincidieron Falange y el Auxilio
Social, los sistemas tradicionales de beneficencia en las provincias, las
instituciones eclesiásticas, más otros estamentos dependientes de Justicia y
los tribunales, que comenzaron a funcionar en la década de los cincuenta.
MARÍA JOSÉ ESTESO POVES / MADRID
MIÉRCOLES 6 DE MAYO DE
2009. NÚMERO 101
“Lo llevaron a bautizar
y no me lo devolvieron. Yo reclamaba el niño, y que si estaba malo, que si no
estaba. No lo volví a ver”. Éste es el testimonio de Emilia Girón, que dio a
luz en el hospital de la cárcel de Salamanca en 1941. Su delito, ser hermana de
un guerrillero. Este caso y otros están recogidos en el auto de Garzón tras la
denuncia presentada en la Audiencia Nacional por la Asociación
para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). En el auto se dice que los niños
perdidos son víctimas del Franquismo y que había un plan de desapariciones para
eliminar oponentes. La Fiscalía declaró a Garzón no competente.
Después de la guerra la
represión fue brutal, miles de personas fueron encarcelados, incluso de
habilitaron conventos donde fueron muchas mujeres.
La cárcel de Ventas, concebida como un edificio moderno por
Victoria Kent, se convirtió en un lugar infame. Tomasa Cuevas lo describe como
un gigantesco almacén de mujeres. Antonia García dice: “Sólo recuerdo la locura
de mi primer día en la sala de prisión: un sitio para 500 personas albergaba a
11.000. Las mujeres se tiraban al suelo a la vez, no había más sitio”.
Las presas vivían
hacinadas con sus hijos y, pronto, la masificación supuso un problema, no
humanitario, sino económico y administrativo. Mirta
Núñez Balart, historiadora, calcula que en 1939 había 280.000 presos. Hoy con el doble de población son unos
60.000.
Las
embarazadas con pena de muerte eran fusiladas nada más dar a luz, como relata
Carlos Fonseca en Trece rosas rojas. Trinidad
Gallego, matrona, fue encarcelada y ayudó a parir a sus compañeras de prisión.
A sus 95 años recuerda para DIAGONAL que “allí los niños los disfrutaba la
Topete [la
directora María Topete]. Las madres estaban separadas de sus hijos, si
devolvían, ellas no podían cuidarlos. Sarna, piojos, sin apenas comida ni agua.
Morían muchos. Con tres años se los llevaban, si tenían familia, pero entonces
todos estaban en la cárcel e iban a parar a los hospicios o no se sabe”.
En los
años cuarenta las madres lactantes salían a los patios, sus hijos vivían
separados de sus madres, ninguna madre podía cuidar de sus hijos. Ellas trabajaban en talleres más de diez horas
diarias. En Santurain (Pais Vasco), las monjas mandaron salir a las siquiera
habían sido inscritos en los libros de registros.
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